"EL NIÑO QUE NO OLVIDAMOS"
Sin darnos cuenta un día bajamos del carrusel,
y dejamos tras de sí la inocencia,
olvidando los juegos y la fantasía,
y la risa se volvió añoranza y tristeza.
Dejamos los juguetes en el suelo,
y con ellos, nuestra imaginación,
sin darnos cuenta, perdimos el hechizo,
de la magia que nos envolvía sin razón.
Dejamos de escalar los árboles,
y caímos de las nubes en un instante,
y el mundo se tornó frío y hostil,
más gris, más oscuro y sin brillo constante.
Comenzamos a competir y a medir,
olvidando el placer de disfrutar,
y todo se hizo monótono y aburrido,
como si el color hubiera desaparecido del lugar.
Pero a veces, ese niño que olvidamos,
nos recuerda lo que es importante,
dejamos atrás lo que nos aleja de ser felices,
y abrazamos lo que nos hace brillar nuevamente.
Dejamos las reglas que nos impusimos,
las metas que nos inventamos,
los horarios y la edad,
y nos atrevemos a ser felices de nuevo, sin dudarlo.
Y entonces, volvemos a jugar,
a subirnos al columpio y a reír,
a escalar los árboles y las nubes,
y a disfrutar de las cosas simples de la vida.
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